martes, 15 de marzo de 2011

En El Alto

Los miércoles por la tarde voy a El Alto con una organización local que trabaja con chicos de la calle. Nos reunimos en una canchita frente a una iglesia decorada con enormes murales de lustrabotas. Los chicos van llegando en grupos, a veces borrachos, casí siempre inhalando un disolvente con el que han impregnado un pequeño ovillo de lana que esconden en la manga. Jungamos a juegos de mesa y al futbol, a lo que aguanto una media de cinco gloriosos minutos antes de que la falta de oxígeno me coma los pulmones. Entonces me quedo dibujando en las gradas junto a los que no tienen ganas de jugar o están demasiado hechos polvo para hacerlo. Por lo general les regalo los dibujos que voy haciendo. A veces, ellos  me hacen uno a cambio.
El otro día me quede con este boceto de unos pibes que bebían en la otra punta de la grada.  Mientras lo dibujaba, uno de ellos se levantaba y bailaba tambaleante. Les prometí que el próximo miércoles les traía una copia.